16 de junio de 2009

Fotos Noche de los Libros (abril 2009)



Cadavre exquis realizado por los participantes al taller de escritura:
A
Infeliz aquel a quien los recuerdos de su infancia sólo le traen miedo y tristeza. Como aquel sueño en el que cerrábamos corriendo la puerta ante aquello que podía llegar en cualquier momento… Nunca alcanzábamos el cerrojo. Pero como sus manos eran grandes, pensaba que al fin y al cabo había una posibilidad de encontrar una nueva salida y con voz pastosa le pregunté:
-¿Estás seguro de lo que estamos haciendo?

Al momento, arrastrando sus pesados pies, se echó hacia atrás. Abrió la puerta, con el simple sonido del cerrojo y se marchó.

El silencio, espeso como una manta mojada, se extendió por la fría estancia. Fuera, la tormenta desafiaba la quietud: furiosa ululaba entre los árboles y golpeteaba los cristales. Parecía un niño caprichoso al que se le ha arrebatado su juguete. La vida te enseña a luchar por lo que quieres y a que no te arrebaten tus más preciados juguetes, como los que había detrás de la vitrina de mi abuela. Tras el cristal había bailarinas, sillas de oro y la preciada cajita musical con aquella elegante canción que embelesaba, como la penetrante mirada del vampiro. Daba tanto miedo escuchar esa melodía que podía sentir un terror anormal que me erizaba la piel, me agitaba el corazón e inexplicablemente salían lágrimas de mis ojos y me envolvía un desespero incontrolable, imaginando lo que podía pasarme.

Lentamente sentía que la música me invadía por entero. Poco a poco iba perdiendo el control de mi cuerpo y mis miembros no me obedecían. Mi razón abandonaba mi cuerpo a medida que sonaban las notas y la melodía avanzaba; me sentía invadido por un impulso salvaje. Busqué en vano el origen de la música. ¿Sonaba de verdad o sólo estaba en mi cabeza? Nunca había oído nada igual. Me venían a la cabeza aquellos viejos relatos que oía contar a las hermanas de mi abuela sobre la locura de la familia…
A

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